Hace mucho que no me siento delante del teclado a escribir un relato, pero no quería dejar pasar la oportunidad de contar lo ocurrido este fin de semana.
Era el domingo por la mañana, hacia un día precioso y mi Amo y yo fuimos a disfrutar del sol. Estábamos tumbados cerca de la piscina cuando me dijo:
-Gatita, hace tiempo que no te pones guapa para mi.-
Sonreí sonrojada. Si tenía razón, hacía tiempo que andaba algo de capa caída, pero ese día me encontraba de buen humor, ya antes de que El me dijera nada mi mente ya se había puesto a maquinar, pero las palabras de mi Señor me inspiraron aún más. Esa tarde tenía que ser especial.
Así que tras la piscina y dejarme en casa para el irse a entrenar, me dedique exactamente a eso a ponerme guapa para mi Amo.
Una pequeña siesta tras el sol, una ducha relajante, una crema perfumada sobre mi piel, dos coletas en mi cabeza, unos tacones de charol negro, las muñequeras y los labios pintados de rojo.
Tras arreglarme yo, tocaba preparar el escenario. Coloqué todos los juguetes de forma ordenada sobre la cama: las varas, los látigos, la fusta, las esposas, los floggers, unas cuantas pinzas, el vibrador, un pañuelo de seda y un antifaz.
Después de todo eso fui a la cocina a por un vaso de agua para dejarlo sobre la mesilla de noche, una costumbre de recibimiento hacia mi Señor, para que recupere el aliento tras los cuatro pisos que tiene que subir para llegar hasta mi. Así quedó todo listo, solo faltaba mi Amo.
Al poco tiempo sonó mi móvil, era El quería saber si necesitaba algo para casa de la tienda de abajo, le dije que no, tenía todo lo necesario. Esa llamada indicaba que en breves llegaría a casa, así que hice los últimos retoques, apagué todas las luces de la casa a excepción de la luz en forma de luna que hay al lado de mi cama y que queda pegada a la cruz.
Oí la verja de la terraza y la perra recibir a mi Señor, así que me puse de rodillas sobre el cojín de cuero, mi collar en las manos esperando a ser puesto sobre mi cuello y la fusta en mi boca como una perrita con su juguete esperando que jueguen con ella.
Mi Amo entró en la casa, y al no encontrarme en el salón/cocina llamó a la puerta del dormitorio. Con la fusta aún en la boca le pedí que pasara. Abrió la puerta y al verme allí se le iluminó la cara. Me encanta hacerle feliz. Bebió del vaso de agua y me dijo:
-Las buenas costumbres, no hay que perderlas, bien hecho gatita.-
Repasó detenidamente la habitación y los juguetes de encima de la cama, se acercó a mi me acarició la cara con ternura, me puso el collar y se agachó para besarme. Salió un momento del cuarto, al volver estaba desnudo,se puso delante de mi, me quitó la fusta de la boca y como agradecimiento le besé su sexo, luego me ayudó a levantarme y me puso en la cruz cara la pared con mi espalda y mi culo expuesto a El.
Con la fusta comenzó a darme golpecitos rápidos para calentarme el culo y luego cuando notó que ya estaba caliente me tapó los ojos con un antifaz y después empecé a escuchar como cacharreaba con los juguetes.
Como echaba de menos esas sensaciones de nerviosismo y ansia de no saber que va a pasar a continuación. Tras unos minutos que parecían horas, llegó el primer latigazo y dí un respingo, mi piel no está acostumbrada al roce del látigo, pero me gusta, es excitante y prácticamente nuevo para mi. Los latigazos de mi Amo se repartían entre mis nalgas, mi espalda y mis piernas, a veces apenas me rozaban pero parecían que me cortaban la piel, entonces no podía evitar dar un respingo y ni que los gemidos salieran de mi boca.
Después cambió de juguete y pasó a los floggers, yo estaba temblando de emoción, placer y felicidad. Cerré los ojos y me dejé llevar por las emociones que invadían mi cuerpo y mi mente en esos momentos. Cayó un latigazo fuerte y picante y ya no pude contenerme, se me saltaron las lágrimas. Lágrimas que expresaban tantas cosas a la vez, felicidad nerviosismo excitación, placer, demasiadas sensaciones para contarlas con palabras. Al poco llegó la fusta nueva en forma de latiguillo que tanto “odio” ese dolor picante y penetrante que mi cuerpo poco soporta pero que aún así me excita.
Tras esta pequeña tortura me desató de la cruz, y me dejó descansar unos segundos. Me ordenó ponerme de cara a El con las manos a la espalda, las piernas abiertas y exponiendo mis pechos. Entonces comenzó a flagelarme por delante, los muslos, la cadera y los pechos.
Cuando me exponen así, soy mucho más sensible a todo y me cuesta más mantener la postura ordenada. Al poco mi Amo se cansó de mis respingos y optó por un pequeño castigo, me puso pinzas en los pezones. Yo no creí que fuera capaz soportarlas, llevaba demasiado tiempo sin “torturar” mis pechos. Entonces me amenazó con quitarme las pinzas a fustazos si no me estaba quieta. No pude evitarlo me eche a temblar de arriba abajo y a retroceder hasta que ya no pude caminar más y me di contra la pared, mi Amo se echo a reír, y pude respirar aliviada.
-Ahora de cara la pared.-
Me dijo con voz firme y yo obedecí sin rechistar, cara a la pared de la misma forma en la que te castigaban en el colegio. De nuevo escuché el trasteo de mi Amo con los juguetes de encima de la cama y volví a temblar de excitación. ¿Qué pasaría ahora?
Me indicó que me diera la vuelta y me guió hasta la cama. Allí me quitó el antifaz y me hizo ponerme a cuatro patas con el vibrador rozando mi sexo de tal forma que pudiera sentirlo sin impedirle a El la entrada a mi coño. Así mi Amo comenzó a follarme desde atrás mientras me tiraba de las coletas y me caían azotes con su otra mano. Yo comencé a gemir más aún como gata en celo, estaba borracha de placer. Entre gemidos le rogué que me azotará con más fuerza y El fue complaciente con mis súplicas.
-Hoy quiero que te corras para mi pedazo de zorra.-
Fue dicho y echo, ya no aguantaba más los gemidos se convirtieron en gritos y mi cuerpo empezó a convulsionar, el vibrador acabó en el suelo y mi Amo tuvo que cogerme en el aire para que no me cayera. Unos segundos para recuperar el aliento.
-Yo no he terminado, así que ya sabes lo que tienes que hacer gatita.-
Agradecida y feliz comencé a lamerle la polla de mi Señor, mientras le acariciaba. Jugueteé con ella un rato con mi lengua hasta que por fin me la metí en la boca. Mi Amo no podía evitar gemir de placer y al escucharle yo no podía evitar sonreír, le estaba complaciendo y dándole placer, que es lo que más me gusta en el mundo.
Poco a poco fui subiendo el ritmo de mis movimientos, y la excitación de mi Señor era cada vez más evidente, mmm me gusta verle así. Yo empecé a excitarme de nuevo y a “devorar” su polla con lujuria, quería hacerle disfrutar de verdad. Cada vez iba más rápido y más rápido, mi Amo no podía contener sus gemidos, su placer. Entonces apartó su polla de mi boca me obligó a echar la cabeza hacia atrás dejando bien expuestos mis pechos y se corrió sobre ellos.
Me soltó dejándome caer sobre la cama..
-Nunca olvides que eres mía, gatita.-
-Jamás lo olvidaré Amo, te quiero.-