Con la gran Señora

Relatos sobre experiencias (vividas, soñadas, deseadas...) de bdsm

Con la gran Señora

Notapor gatita mimi{R} » Mié Sep 08, 2010 1:47 pm

Este relato está dedicado a la querida Ama Eva, una diosa fetichista madrileña que trae mi mente por el camino de la lujuria y el deseo, desde ya unos cuantos meses. Hace unos días me pidió que le escribiera como me imaginaba nuestra primera sesión, con su permiso comparto con vosotros mi pequeña fantasía:

Estaba nerviosa y un poco desorientada, hoy sería un día de los que prometían. Me dirigía hacia la cueva de la Gran Señora, yo me había para dicha ocasión con mis mejores galas: mi corsé negro, mi falda de correas, mis medias a rayas y mis tacones de 15 cm en los que a duras penas me mantengo en pie. Sabía que al llegar mi indumentaria importaría poco, pero a pesar de todo quería que me viera radiante.
Toqué al timbre y allí al abrirme allí estaba ella, alta, esbelta impresionante, mucho mejor de como me la había imaginado. Me recibió vestida con un lindo traje negro y esas botas blancas de caña a medio muslo, estaba como en esa primera foto, tuve un impulso tremendo por arrodillarme allí mismo y recorrer esas botas de abajo arriba y de arriba abajo con mi lengua.

La Señora me recorrió con un larga y seria mirada, me indicó que entrará y me ordenó que la siguiera. Me llevó a una habitación llena de un montón de ropa y espectacular calzado. Tomó una fusta y se dedicó a caminar a mi alrededor mientras con ella me rozaba las piernas y mis nalgas por debajo de la falda, inspeccionándome con detenimiento. Una vez estudiado mi cuerpo a conciencia se detuvo a mi espalda y comenzó a desatarme mi corsé, me indicó que me deshiciera de el resto de mi ropa, que sólo me quedará con la interior. La Señora me trajo un lindo catsuit me ayudó a enfundarme dentro con unas preciosas botas de aguja a juego. Después me ordenó sentarme en una silla y que me estuviera quieta.

Me sentía su linda muñeca, me estaba vistiendo como ella quería para su propio deleite, me encantaba verme así. Deseaba ser la más linda y la más querida de todos sus juguetes, a la que más mimara y la que al mismo tiempo más pidiera, ser suya para adorarla mimarla y desearla. Quería que me usará para castigar a los juguetes malos y me hacerles sufrir con mi pequeña picardía o mi inocente sadismo.

Tras el largo ritual de transformación me puso ante el espejo, no podía creer que eso fuera yo, nunca me había visto así, por primera vez en mi vida sentí que podría comerme el mundo, me sentí sexy, sensual e imponente, aunque nada comparable a ella. Era la minina perfecta a los pies de la dueña perfecta. Desaté toda mi sensualidad y mis andares felinos, me acerqué a la Señora y sin permiso pegué mis manos a su cuerpo y me deslicé hacia abajo despacio, hasta sus pies.
Allí me quedé y besé sus botas y el suelo que pisaban, distraída me encontraba adorando a quien durante estos meses tanto alimentó mi imaginación cuando me calló el primer fustazo. Mi cuerpo se arqueo de placer y dolor, estaba excitada como emborrachada de sensualidad, placer y deseo. Comencé a caminar a gatas, a frotarme y a ronronear alrededor de mi Ama cual linda gatita pidiendo más mimos. Con una mano me acariciaba la nuca y con la otra me daba dulces y agradables fustazos. Me hizo contarlos, ahora no recuerdo el número exacto, pero si puedo decir que nunca antes había soportado tanto.

Tirándome de el pelo me llevó a otra sala, en ella había un gran trono de mimbre y en la pared una cruz de San Andrés. La gran Señora se sentó en su trono y posó su pie sobre mi espalda, no necesitó hacer fuerza, mi cuerpo se inclinó solo, pues mi adoración era tal que podría hacerlo sin necesidad de que me lo ordenara. Cuando me dio permiso comencé a besarla entera desde sus pies hasta su frente, mientras su fusta seguía implacable sobre mi cuerpo.

Después de largo rato así me bajó la cremallera de mi catsuit, me desnudó dejándome sólo por prenda las lindas botas. Me ato de espaldas en su cruz, me introdujo un huevo vibrador en mi húmedo coño, me lamió la oreja, me mordió el cuello.
-Quiero que seas mía gatita.-
Y con esa frase comenzó a sodomizarme sin piedad alguna con un frío dildo mientras con la otra mano tiraba de mi pelo. No tuve permiso para correrme, pero daba igual yo estaba más que feliz y satisfecha. Cuando se cansó del dildo siguió con la fusta, me dijo que quería dejar en mi cuerpo marcas de mariposa para mi recuerdo.

Era suya, podía marcarme, hacerme, follarme, castigarme tanto como deseara. La gran Señora lo había conseguido, había conquistado, amansado y domado a la gatita rebelde.
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Re: Con la gran Señora

Notapor Cerbero-tf{AK} » Vie Sep 10, 2010 2:26 am

Me ha encantado tu relato, coincide en muchos puntos con la primera sesión que yo me podría haber imaginado con la Ama Eva, que aunque no tengo la suerte de conocer, si que he sabido de Ella por artículos y foros. También me declaro fetichista y admirador de Su forma de vida.
Muy bueno tu relato!!

Un saludo!
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