Elle estaba de pie. Su larga melena cobriza apenas conseguía ocultar su cuerpo lechoso desnudo. Su Amo estaba sentado, pensativo la recorria con la mirada. Finalmente sentenció: "Creo que servirás". "Elle, ve a por el plástico.." Cuando regresó la sumisa observó 4 velas alargadas preparadas sobre una mesa de distintos colores: blanco, azul, rojo y negro. "¿Vas a ser una buena chica y te vas a estar quieta y calladita o te tendré que atar y amordazar?". Elle se estremeció, la cosa no pintaba nada bien para ella. Bajó la mirada y asintió con la cabeza.
"Extiende el plástico en el suelo y túmbate con los brazos extendidos en cruz y los tobillos juntos". Elle cumplió la orden en silencio, sin mirar a su Amo mientras sentia la deliciosa sensación de expectativa ante algo que sin duda la iba a deparar maravillosas sensaciones. "No me mirarás en ningún momento más allá del vientre", a sus palabras acompañó el olor de fósforo al encenderse una cerilla y el sonido al prenderse una vela, y otra, y otra y otra.. "Ha encendido todas.." pensó Ella un poco confundida y asustada.."Es la primera vez que lo hace.." Elle sabía que la vela blanca era la más suave en sensaciones que las demás, el resto, y dependiendo de los componentes que las coloreaban hacían sufrir bastante más..
Ella tembló asustada. "Voy a empezar por la blanca, ¿te parece Elle?". Elle se relajó un poco y esperó. Las gotas de cera blanca no tardaron en caer, pecho, estómago, monte de venus, al llegar a ese punto Elle pegó un involuntario quejido y se movió un poco. El Amo se detuvo, la puso la mano sobre su boca para acallarla y habló: "Elle, Elle, no estás siendo buena chica. No me puedo fiar de que te estarás calladita y quieta mientras te uso de llienzo. Me estás obligando trabajar un poquito más contigo". Elle suspiró, sabía lo que venía a continuación. El Amo ató con una cuerda sus muñecas juntas en un bondage no demasiado apretado (lo cual la hizo sospechar que iba a dejarla en esa posición un tiempo largo) y obligándola a estirar los brazos todo lo que ésta fue capaz, ató los extremos de la cuerda a una anilla en la pared que tenían en el amplio salón. Después repitió la misma operación con sus tobillos, aunque en este caso el bondage mantenía sus muslos separados apenas lo justo para que sus labios vaginales no se juntarán del todo. Después se dirigió a un cajón cercano y regresó con un vibrador chiquitito, apenas del tamaño de un bote de aspirinas, y juego de pinzas y una mordaza de goma semidura.
Elle estaba superexcitada para entonces. Mantuvo su silencio cuando levantaron su cabeza para ajustarla la mordaza. Su Amo estaba en cuclillas cerca de ella cuando posó su mano sobre los pechos de su zorra y empezó a jugar con ellos, tironeando, pellizcando hasta que los notó bien duros. De nuevo posó su mano sobre la cara de Elle, que no para no mirarle hacia ladeado la cara y acarició su rostro con dulzura. "Mi zorra lo va a pasar muy bien, no me va a defraudar, de eso esto seguro." Colocó las pinzas en los pechos, no apretaban demasiado aún pero ya lo harían y se acercó a las piernas de la sumisa. Con dos dedos estiró los labios vaginales de la sumisa e introdujo en la cavidad bastante humedecida ya, el vibrador poniéndolo en marcha. A partir de ese momento, solo se escuchó en la estancia el zumbido del aparatito que violaba sin pudor las partes de Elle.
Las gotas de cera empezaron a llover sobre el lienzo-cuerpo. El azul reemplazó al blanco, el rojo al primero y finalmente llegó el negro. Elle se retorcia ya libre de expresar su dolor que poco a poco, a medida que transcurria la sesión se iba transformando en gozo puro. Es dificil de explicar para los no entendidos por qué las sumisas son tan felices y alcanzan tal cota de placer con esta práctica. Finalmente pararon. Elle esperó. Para ese momento apenas notaba el aparatito dentro de ella, tal era la humedad chorreante de su sexo. Elle totalmente erotizada necesitaba más y entonces miró a su Amo. Suplicante. Él sonrió. Aún no habían acabado. Se inclinó hacia la anhelante sumisa y retiró las pinzas mientras frotaba con sus dedos la carne deformada para ayudarla a volver a su posición inicial. Elle chilló contra la mordaza y la mordió para soportar mejor el dolor que la atravesó. Poco a poco remitió, siendo reemplazado por una deliciosa sensación de placer que la hizo chorrear más. Elle para entonces ardía, sufriendo por no poder sentir lo que tanto anhelaba. Su Amo satisfecho la dejó así, en aquel solitario salón, torturada por el deseo y el anhelo de él. Elle no se habia portado bien hoy, le habia mirado a los ojos.. Elle nunca aprendía.. y qué feliz le hacia que ella no aprendiese..