Pienso que las personas somos cristales multifacéticos ni buenos ni malos, sino que actuamos según las circunstancias a que nos toca enfrentarnos en las mil vidas en una que nos toca vivir hasta morirnos.
Tengo claro que aquellas personas que no sean capaces de despertar amores y odios a partes iguales no son personas reales, sino meros espejos de lo que los demás y por tanto, la sociedad espera de ellos.
Me encantó la película "Historias de Filadelfia", donde se le da un repaso a Catherine Hepburn que interpreta un personaje de una "Doña Perfecta" de clase alta, persona dura y crítica con los fallos ajenos incapaz de ver y por tanto perdonar y aceptar los errores propios. Y sinceramente, ver esta película me hizo en su día reflexionar sobre mi dureza en algunas ocasiones con los demás. Llegué a la conclusión de que actuaba así porque tenia miedo de mí, ya que en el fondo me veía retratada en sus debilidades y fallos. Yo no quería ser así, y luchaba contra lo que creía errores de carácter machacando en cuanto los percibía en otros.
En resumidas cuentas: atacaba porque en el fondo identificaba sus fallos como míos también y yo no me gustaba así.
Ahora soy más reflexiva juzgando conductas de los demás. Sigo volviendo a veces a mi vieja costumbre de juzgar pero quiero pensar que un poquito menos cada día.
Por otra parte, respecto a las decepciones con los demás. Yo no miro el dolor que me han podido provocar las personas que pasan por mi vida y se van, sino todo aquello que cada una de esas personas ha dejado en mí. Y todas, hasta las que peor se han portado conmigo, en algún momento tuvieron algún gesto grande hacia mi. Y yo, me quedo con eso. Y aunque por salud mental hay que dejarlas salir de nuestra vida les agradezco haberme permitido aprender cosas positivas de ellas.
Y sinceramente, aunque siempre es agradable una palabra de aliento de los demás, un gesto cariñoso, una señal de reconocimiento por nuestros esfuerzos he aprendido a no esperar nada y que bonito es cuando alguien te sorprende haciéndolo )