La pregunta es clara y más bien básica, dejo otro aporte de Faustina, a quien no encuentro por ningún lado para pedirle permiso, pero como como sé que ella era de las que se quejaba de porque no podía hacer copy para colgar en su blog cuando un artículo le gustaba (citando la fuente), mal puede ofenderse porque copie uno de ella. Aclaro que la busqué en BDSM Chile y me dijeron los adm. que no estaba ingresando, y a través de una tercera persona le mande un correo al Foro dónde puso ésto. Es decir hice todos los intentos para pedirle permiso y no dieron resultado.
Copio el texto de su autoría sin modificar ni una letra:
Por Faustina Edad: 39 Mujer Rol: sumisa Santiago Chile
Por qué ---
Por las páginas y páginas de testimonios de tortura que hube de leer. Porque al leerlos me sentí identificada con la víctima. Porque en mis fantasías quise ablandar al victimario. Por un fakir que a los 18 años me sodomizó en un hotel de La Serena. Por los hombres que buscaron en mí un cuerpo inmortal en su tersura mientras yo lo sentía envejecer por dentro. Porque busque miradas que reconocieran mi decadencia, incluso la más precoz.
Porque mis compañeros de la básica me encontraban fea y me humillaban. Porque es inadecuado, y nunca me sentí adecuada. Porque no puedo hablar de ello abiertamente. Porque al vivirlo secretamente puedo tener cómplices en el secreto. Porque ser empujada al secreto, el reprimirme, me libera. En ese espacio del secreto, todo, o casi todo, parece posible. Porque durante mi primer polvo mi amante me dobló la cara de un golpe. Y yo abrí la boca. Porque mi primer pololo me miraba entre las piernas con lupa. Porque mi marido me contó que un día unos vecinos le pidieron que los azotara, y que él había aceptado. Porque soy una niña, siempre lo seré.
Porque tengo unos padres que me han mimado demasiado. Y ahora quiero uno duro, uno que se haga cargo de mi reeducación. Porque a pesar de mi cuerpo grande quiero sentirme físicamente pequeña. Porque soy valiente. Porque no tuve orgasmos hasta casi los 30 años. Porque empecé a tener orgasmos cuando dejaron de tratar mi cuerpo como si fuese el de una princesa. Porque me calma. Porque me excita. Porque me vuelve dulce. Porque me adentra en un espacio en el que me siento feliz. Porque el mundo con su barullo desaparece. Porque el mundo me duele. Porque crecí en un país violento. Porque mi papá un par de veces me pegó bofetadas en la cara y yo sentí que él era justo. Porque quien te quiere te aporrea.
Porque mis imperfecciones pueden ser mejor apreciadas en la mesa quirúrgica. Porque me da una identidad, la de aquella que goza al sufrir. Porque vivo en un país católico, en un continente católico.
Porque la autoflagelación es la vía para la expiación de las culpas. Porque soy culposa. Aunque no siento culpa de buscar esta expiación.
Porque una mano entera dentro de tu concha es mejor que un sólo dedo. Porque la mano puede ser mejor que el pene. Porque me seduce la imaginación, mucho más que la pericia en los movimientos de caderas o la belleza. Porque la belleza no es nada para mí si no es espléndida en mi mente.
Porque cuando niña me decían bruja. Porque nunca he sido feliz. Porque siempre he sido intensa. Porque conozco bien la soledad. Por las peleas de boxeo en la TV. Por la fuerza física de los hombres. Por la voz del Amo. Por los látigos, las fustas, los cochayuyos de la playa. Porque el sol es implacable. Porque aprendo: la letra con sangre entra. Porque si no se me empuja soy floja. Por mi amiga Loretito y todas las cochinadas que hicimos siendo niñas. Porque no he sido amada lo suficiente. Porque quisiera que se hagan cargo de mí. Porque no me siento capaz de hacerme cargo de mí misma.
Porque se me moja la entrepierna al golpe del látigo. Porque un mordisco puede expresar más deseo que un beso. Porque desde los 15 años padezco de migrañas y para aliviarme el dolor recurro a la fantasía sexual. Porque cada vez que la mujer que me depila arranca la cera pienso en una embestida anal. Porque a estas zonas sólo llega gente extraña y herida, como yo. Porque aunque trate, la intimidad tímida me rehuye.
Porque he fingido muchos orgasmos en mi vida y ya no quiero fingir más. Porque cuando me humillan miran mi herida de cerca. Porque toco las marcas del látigo como si fuesen medallas de guerra. Y me siento valiente, triunfante. Porque es un área protegida. Porque es un ring de box, donde la violencia queda circunscrita a un tiempo, un espacio y unas reglas. Entonces la puedo controlar, no se me escapa. Porque después de golpearme me abrazas. Porque puedo ser bella y fea, y todo lo que quiera. Por lo aburrido que es el matrimonio burgués. Porque no creo en Dios, pero me niego a renunciar a la adoración. Porque tu dulzura, por contraste, parece mil veces más dulce.
Por la obsesión y la manía. Porque cuando todo está revuelto un golpe me concentra. Porque soy feminista y creo que cada uno debe buscar su propio camino, especialmente si estos caminos han sido poco transitados. Porque soy una teatrera, y he entendido que el sexo es performance. Porque prefiero la tensión sexual que su resolución en convulsiones. Porque en este teatro no se finge amor. Porque necesito disciplina, necesito ayuda con la disciplina. Porque me gusta llorar frente a alguien que en vez de asustarse por mi llanto, se excita. Porque no tengo vergüenza. Porque la vergüenza es parte de lo que trabajamos juntos. Porque ya no estoy sola. Porque soy vista. Por el juego de verdad o consecuencia que jugaba cuando niña. Por las 1000 y una escenas de violación vistas en el cine con la mano entre las piernas. Por el bien y por el mal. Por el castigo eterno y por el transitorio. Por la condena. Por la redención.
Por las largas noches de insomnio imaginando la tortura. Por la melancolía que me ha hecho revolcarme gozosamente en el dolor. Porque al admirar crezco. Por los talleres mecánicos. Por los exhibicionistas que me excitaron de niña. Por los obreros de la construcción y sus piropos. Y lo que en mi fantasía pasaría si me subiera a sus andamios. Porque siempre envidié a las putas. Porque sólo con otro como yo me siento acogida en mi delirio. Porque bastan dos para hacer de un delirio una posibilidad sensata. Porque cuando duele me siento más viva. Porque fui una malcogida. Porque nunca me siento tan íntima como cuando soy vulnerable a alguien. Porque siempre he sufrido por amor. Porque al sufrir sé que amo. Porque he escuchado muchos boleros y he leído muchas novelas decimonónicas. Porque soy una romántica empedernida. Porque gozo.
¿sabemos nosotros porqué nos gusta el BDSM?
ander
PPP