por Boxhal » Mar May 10, 2016 7:37 am
Antes de nada quiero pedir disculpas por el retraso en escribir estas líneas, ha querido el destino que haya coincidido esta edición del Club de Lectura con acontecimientos importantes en mi vida que me han absorbido la mayor parte de mi tiempo y energías.
Dicho esto, voy con mi comentario sobre “Diosa”:
La verdad es que tengo sentimientos encontrados con respecto a este libro ya que, si bien no me parece bueno, lo cierto es que se me ha hecho muy corto y me ha dejado con ganas de saber más. No sé, quizá sea por morbo o por curiosidad, a ver si Juan Abreu era capaz de alguna fantasía más; porque el libro es eso... una fantasía. El truco de “esta es una historia real en la que he cambiado los nombres para proteger a sus protagonistas” está más visto que el Saber y Ganar por mucho que consigne supuestas direcciones de email de sus protagonistas.
Confieso mi casi total ignorancia sobre la cultura japonesa y por ello no soy quien para juzgar si el personaje del anciano Maestro Yukio es creíble o no, a mí, sinceramente, me ha parecido un tanto plúmbeo en general y especialmente retracas con el tema culinario, aunque hay que reconocer que la fascinación que siente la protagonista por él y su sabiduría es un cambio agradable con respecto a los protagonistas masculinos jóvenes, guapos y ricos; por otro lado, también es verdad que el cliché de burguesa-adinerada-fashion que busca explorar su sexualidad está muy visto ya en estas historias, y sinceramente, me quedo con la Catherine Deneuve de la película Belle de Jour. Los protagonistas de estos libros fantásticos nunca tienen hijos ni apuros económicos, son siempre “superguays”, pero claro, es que son eso, “una fantasía”, como “Historia de O”; pero una fantasía ya trilladita, oiga.
El marido de la protagonista, dominante estético ocasional, parece un maniquí, como aquellos que sacaban Martes y Trece cuando imitaban a Abba, ¿se acuerdan? Josema y Millán travestidos de rubia y morena y los maniquíes disfrazados como los dos componentes masculinos, para rellenar.
No sé si Juan Abreu es un gran conocedor de la cultura japonesa o no, pero desde luego sobre BDSM no parece que tenga mucha idea, suscribo completamente los comentarios de gatita mimi{R} al respecto de los errores prácticos y de seguridad que aparecen en el texto, nada más que añadir o matizar. A mí me ha quedado el regusto de que lo que ha pretendido Abreu con este libro es culturizar al lector, recomendándole sus libros japoneses favoritos con el reclamo del sexo, como si hubiera dicho “¡¡PASEN Y LEAN, SEXO, BDSM, BONDAGE, SUMISIÓN, MORBO!! y ahora que he llamado su atención, les voy a vender una enciclopedia de literatura japonesa y tal”
Una de arena y una de cal: no cabe duda de que el autor ha querido aproximarse al BDSM (o al menos a su idea del BDSM) desde otro punto de vista, sin dejar de utilizar un lenguaje explícito pero dotando a las diferentes perversiones sexuales de la protagonista (y utilizo el término “perversiones” de forma no peyorativa ya que tengo a mucha honra ser yo mismo un pervertido) de una profundidad filosófica que puede que algunas personas necesiten para justificar su sexualidad. Yo, sinceramente, para tirar de flogger y fusta y dejarle el culo marcado a mi sumisa no necesito leer ni a Platón ni a Confucio, lo hago, lo disfruto, ella lo disfruta, y aquí paz y después gloria, pero, aún así, sí que valoro ese esfuerzo o esa aproximación poético-filosófica. También, aunque tire piedras contra mi propio tejado fetichista, me gustó el detalle de que al llegar a la casa para “la sesión”, tras ella haberse puesto unos taconazos pensando que era lo correcto, las sumisas encargadas de prepararla se los quitaran; es como decir “la estética del BDSM es algo más que tacones y lencería”. Ese gesto me hizo albergar esperanzas de que la sesión posterior se iba a alejar de los clichés al uso y se abordaría desde un punto de vista más auténtico, pero no. Como fantasía no está mal, dejando aparte los errores ya comentados por gatita mimi{R}, pero ese alejamiento de los clichés se desmorona con el colofón orgiástico de los asistentes, como diría Homer: “me aburroooo”.
¿Y después? ¿qué pasa después de esa velada irreal, orgásmica, de encuentro de la protagonista con su esencia sumisa? ¿qué ocurre tras ese éxtasis sublime de pasión, de iluminación, de fusión total de carne y espíritu?, ¿siguen profundizando en esa relación a tres? ¿Laura explora aún más sus límites como sumisa? ¿se convierte su marido en alumno del Maestro para lograr una conexión más profunda con su esposa-esclava-sumisa? ¡qué vá hombre! eso sería demasiado procaz, lo que ocurre es que la protagonista, el maniquí de Abba y el maestro japonés se hacen jóvenes castores y se lo pasan pipa yendo a buscar setas para hacérselas salteadas con escarabajos y otras porquerías sobre un Camping-Gaz antes de tumbarse al raso del Pirineo catalán a contar estrellas. ¡Coño! Los monjes budistas alcanzan el Nirvana tras decenas de reencarnaciones y a esta golfa le basta con una noche en un piso barcelonés con el Maestro Muten Roshi, digo, Yukio.
¡Para este viaje no hacían falta alforjas!
Y aun así... confieso que me gustaría que el libro hubiera sido algo más largo, o al menos que hubiera dejado un final más abierto, que diera alas a la imaginación.
Me gusta aprender, pero no que me den lecciones