Desde ponerle sabor hasta practicar el Spanking; hacer "diabluras" con esta parte erótica del cuerpo pude ser altamente gratificante.
Hoy recogemos la experiencia de Nina, una apasionada del erotismo que nos cuenta sus preferencias en el tema.
Hay como 25 mil cosas que me gustan del sexo. Una de ellas es poderme sentir sometida y traviesa, lujuriosa, una diablilla y al mismo tiempo hacerme la inocente. Entre los deseos sexuales más comunes, lo mismo de hombres como de mujeres, está la infaltable posición que todos conocemos como de "perrito".
No hay que explicar cuál es. Creo que todos alguna vez hemos estado detrás o delante. Sí, detrás. ¿Conocen el strap on para mujeres?
Por lo pronto estamos con el trasero. Una de las razones por la que nos gusta tan socorrida posición es que precisamente hay un contacto directo, hermoso y alucinante con las nalgas: esa parte trasera del cuerpo venerada por todos. También, claro, porque siempre está la idea consciente o inconsciente de los hombres del sexo anal. Esta posición de perrito y todas en las que ella le da la espalda a él, tienen esta idea intrínseca.
Las nalgas. Hermosa superficie y cúpula corporal flexible y agradable al tacto y a la vista. Y no sólo hablo aquí del trasero femenino. No. También del masculino. Mi hombre tiene un trasero por demás lindo: me encanta verlo cuando él se adelanta y camina por la calle o tocarlo cuando él está sobre mí penetrándome. Tocarlo y sentir su piel mientras al mismo tiempo su miembro me penetra y él me susurra palabras sucias al oído, me ponen a mil.
A él también le gusta acariciar mi trasero y tenerlo a su disposición, sobre todo en momentos previos al sexo anal. Le gusta mirar, acariciar, tocar, lamer y luego, plenamente excitado, penetrar con la lubricación que con un dedo toma de mi vagina. Después, una vez que ha eyaculado, también. Le gusta verlo así, un trasero abierto para él, a expensas suya.
Miles de juegos podemos hacer con el trasero involucrado: a mí, por ejemplo, me encanta montarlo a él y cuando estoy en el movimiento intenso, con mi clítoris tocando su pubis, sentir entonces una, dos, tres nalgadas. A veces si el juego se pone muy intenso, toma su dedo medio, lo introduce en mi boca y luego juega a acariciar mi ano hasta introducirlo en él y casi provocarme una convulsión de placer.
¿Qué juegos podemos hacer con el trasero? Muchísimos. Aquí algunas sugerencias para que no olviden a esa parte maravillosa y dadora de placer:
1. Masturbación.
¿Han intentado masturbar el pene con las nalgas de su chica? Bueno, altamente recomendable. A veces lo hacemos antes o durante el juego previo, a veces a él le gusta hacerlo después. Cuando ha eyaculado sobre el trasero (cosa que le encanta hacer, como a la mayoría de los hombres) y entonces con su mismo semen y su pene todavía en erección, le encanta frotarlo entre mis nalgas. Así hasta que, exhausto, pierde erección y yo he tenido un orgasmo de aquellos.
2. Spanking.
Esta práctica me fascina. Si ustedes son principiantes en ésta, pueden intentar a jugar a dar azotes primero con ella montada sobre él o ella recargada sobre la pared o por ejemplo en la ducha. Pueden empezar de a poco y luego ir subiendo el tono, de acuerdo con lo que le guste a él o a ella y su umbral de dolor. Recuerden siempre poner reglas. Sólo se trata de aumentar el fuego en el sexo, no de una práctica absoluta de BDSM. Pero las nalgadas no deben limitarse al sexo. A mí me encanta que mi pareja me tome por asalto mientras vamos en una plaza caminando o esperando la mesa en un restaurante.
Él sabe que sentir su palmada en mi nalga de vez en cuando, me excita y a él le hace sentir que soy suya, sólo para él, para marcar la pertenencia de ese trasero que también otros miran. Eso me pone.
3. Penetración doble.
Ésta es otra de las fantasías de muchos hombres. Que su mujer sea poseída por muchos hombres a la vez (dos por lo menos). Para ir ensayando tal acción, lo ideal es probar con un dildo en el trasero mientras ella es penetrada por la vagina. Hay algunas posiciones más fáciles para ello, pero la de ella montada a horcadas sobre él es la mejor. A los hombres les gusta sentir con su pene que tocan el dildo que está en el ano.
Pero ojo, hay que tener mucho cuidado de no lastimarla a ella. El que debe moverse menos en este caso es el que penetra por vagina y jugar un poco más con el dildo que debe estar perfectamente lubricado. Si les ha gustado la experiencia, la próxima vez pueden intentar a hacerlo con otro dildo, más real y de carne.
4. Usar ropa especial.
Necesitamos fantasear más con las nalgas. Por ejemplo, a mí me gusta usar de vez en cuando unas medias de red que están descubiertas de atrás y usar un vestido o una falda con la cual él pueda penetrarme rápidamente por ejemplo en el estacionamiento de algún sitio o en alguna escalera vacía... Darles poder y pensar en el deseo que provocan es mi consejo de hoy.
5. Ponerle sabor.
¿Han intentado a ponerle sabor al trasero? A nosotros nos gusta hacerlo justo al salir de la ducha, por la noche, por ejemplo. A él le encanta llenarme de crema chantilly y comerlo. También le fascina rociar algunas gotas de té caliente y lamerlo sobre mis nalgas. Le gusta que la sensación caliente y su lengua en mis nalgas se confunda. De ahí es muy común que él viaje (yo en posición de perrito y él debajo de mí con su boca en mi vulva) debajo para hacerme un delicioso sexo oral con sabor a tisana. A mí, por supuesto me encanta...
Fuente: de10.com.mx