"Tengo pareja desde hace años y nunca le ha llamado el tema del BDSM, yo la quiero pero tampoco quiero renunciar a todas las sensaciones que me quedan por sentir y que necesito experimentar. Para mi el BDSM lleva un componente implícito de placer pero, ¿está bien que lo haga con otra persona que no sea mi pareja, esta mal?, ¿como lo veis?."
Creo que preguntar si está "bien" o "mal" tiene que ver con la moral de cada persona. Está claro que si alguien piensa que una infidelidad es algo "malo", la práctica de alguna modalidad de BDSM con una persona fuera de la pareja sería algo condenable, y en la medida que el BDSM es una forma de expresar la sexualidad.
No creo que seas una persona de las que piensan que la infidelidad es "pecado", y me chocaría que con tal sistema de valores entrases en un foro como éste
. Otra cosa sería hablar de "peligroso" en lugar de "está mal", y donde lo que te cuestionases no fuese el "pecado" a cometer, sino el riesgo que éste entraña. Riesgo que tiene que ver con el que conlleva toda relación extramarital: la posibilidad de que tu pareja se entere; de que surjan los celos; de que la relación estalle por tal motivo; o más exactamente, que este caso constituya le excusa perfecta para dar fin a una relación que se ha enfriado, y por motivos inconfesables.
Supongo que tu caso se repite a miles: tienes unas fantasías, pero tu pareja o no las conoce, o no las comparte. Me imagino que todos somos culpables de ello. Porque cuando comenzamos una relación sabemos el nombre y apellidos de la otra persona, dónde vive, en qué trabaja, su edad, qué estudios tiene... Pero, ¡ay!, se nos olvida preguntarle lo más importante: cuáles son sus fantasías sexuales. ¿Acaso cuando tomamos en alquiler un piso no le preguntamos al dueño cuánto hay que pagar al mes? ¿Y si alguien nos ofrece trabajo, no le preguntamos cuánto pagan por el mismo, y cuántas horas hay que trabajar? ¿Por qué cuando ligamos no preguntamos lo obvio: qué es lo que te gusta que te hagan, y qué es lo que te gusta hacer? Yo, que soy tímido, lo hago, y ya no me resulta tan difícil preguntar: "¿Admitirías como pareja a un chico al que le gustase vestirse de chica rockera? El resultado suele ser catastrófico, y ya he visto alguna cara de asco ante tal pregunta. Pero a la larga el resultado será siempre preferible a tener que llevar esa doble vida que, desgraciadamente, llevan tantas personas en este mundo. ¿Para qué está una pareja sino para que exista complicidad y confidencias entre uno y otra?
También hay que decir que nadie está obligado a complacer las fantasías de su pareja. ¿Si a mi pareja le excitan las relaciones coprofílicas
, debo yo acceder a ello aunque no me apetezca? ¿Y si le digo que no cuente conmigo, me comportaré como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer? Porque si yo tengo unos límites que no quiero traspasar, pero ella tiene aquella fantasía, lo razonable sería que ella pudiese dar rienda suelta a sus gustos con otra persona. Y ello, en teoría, no tendría que ser causa de ruptura. Al contrario, podría ser motivo hasta de conversación a posteriori... Quizá yo soy muy distinto a otras personas -o quizá es que tengo la fantasía del cornudo-, pero creo que nunca rompería una relación porque mi hipotética pareja tuviese algún tipo de aventura con otra persona. Y máxime si se trata de hacer algo que yo no tenía interés en hacer con ella.
Nadie duda que no ames a tu pareja. Pero al mismo tiempo, no es prudente que se te incite a hacer esto o aquello, pues en última instancia tienes que ser tú quien decida.
¿Qué tal si le propones a tu pareja que ponga por escrito en un papel sus fantasías sexuales, y que tú hagas lo mismo? Luego podrías proponer un intercambio igualitario: tú la complaces, y ella te complace a ti...
Me gusta el otoño, porque es cuando las chicas usan las botas.