Bueno, la verdad es que la primera pregunta es muy amplia.
¿Se refiere a la gente que participa en el foro virtualmente? ¿a los que nos reunimos físicamente? ¿a sus roles?
Supongo que la respuesta más general es que por aquí hay “buena gente” con una gran variedad de edades, formación, orientación política, procedencia geográfica, incluso grados de sociabilidad (gente muy abierta y gente más cerrada que el culo de Clint Eastwood) etc. Hay variedad de sexos, orientaciones sexuales y roles aunque me da la impresión de que en cuanto a relaciones entre los miembros predominan las relaciones de pareja Amo/sumisa.
Un dato interesante es que salvo muy contadas excepciones (sí, oculta{FJ}, me refiero a ti
) , me da la impresión de que participan más aquellos miembros que o acuden a las reuniones o, por lo menos, han tenido un contacto real más o menos habitual en algún momento.
Hay gente que va y viene, gente constante, gente que no puede dedicarle mucho tiempo, gente más vergonzosa, más exhibicionista…
Pero a mi entender, y a pesar de los piques, malentendidos o incompatibilidades de caracteres, inevitables en cualquier grupo social, en este foro, en mi opinión, se respira respeto, y eso es decir mucho hoy en día.
Y vamos con la segunda:
¿La comunidad BDSM? Uffff, no puedo opinar mucho sobre ello más que como mero espectador, y como tal lo único que puedo aportar son impresiones muy subjetivas y poco rigurosas.
Por norma general creo que en España somos muy individualistas y mas amigos de las diferencias que nos permiten definirnos que de las coincidencias que nos permiten agruparnos. Para empezar ¿hay una comunidad BDSM? ¿o hay varias? Me consta que en esta tierra canaria hay una comunidad BDSM gay bastante establecida, pero no se mezcla, que yo sepa con el resto. Incluso hay diferencias entre los grupos de Tenerife y Gran Canaria.
Comparados con otros países, me parece que estamos en pañales. ¿Quizá en España somos más individualistas? ¿menos gregarios? ¿nos cuesta más ceder, hacer concesiones a favor del bien común?.
Siempre hago una analogía con los clubes de coches. Aquí somos más amigos de hacer un club o un grupo de un determinado modelo de coche, o de una determinada marca. El Club del 600, el del mini, etc. Es más fácil así, ya que acotar el alcance de una agrupación ayuda a delimitar quién está dentro y quien está fuera.
Con el BDSM creo que no está tan claro, pero sobre todo por nuestra propia tendencia a etiquetar y a pensar “lo mío es autentico, lo que no es como lo mío, no es auténtico”.
Por otro lado, también nos la cogemos con papel de fumar, y siempre hay quien levanta la voz a favor de una “minoría oprimida”, en el caso de un club de coches, es fácil, “mire amigo, su SEAT 850 está muy bien y lo conserva usted que da gloria verlo, pero esto es el club del 600, no se sienta despreciado pero no puede entrar”.
Y entonces viene el quid de las definiciones, las brain masturbations, las discusiones bizantinas, los galgos y podencos y todo eso.
Puede que sea una visión sesgada, y pido disculpas por ello, pero mi percepción es que la comunidad BDSM en España está demasiado dispersa y poco organizada, pese al gran esfuerzo e ilusión de mucha gente.
Creo que somos muy egoístas y poco de arrimar el hombro, y paradójicamente, muy exigentes, nos gusta que nos lo den todo hecho, gratis y si no está a nuestro gusto, encima nos quejamos.