Eran las primeras horas de la tarde del día 25 de septiembre un día antes del cumpleaños de mi Amo y esa tarde/noche tenía intención de hacerle un gran regalo presentándome en Madrid sin avisar y preparando algo especial con la ayuda de mi compañera. Llegué al aeropuerto empapada por la lluvia que caía en tierras astures, así que antes de facturar hice un parada por el servicio de Señoras abrí mi maleta y me cambié de ropa. Escogí el vestido favorito de mi Amo, un traje corto negro con un cuello de barco, unas medias a rayas rojas a medio muslo y los tacones rojos a juego, para el pelo una firme cola de caballo.
Salí del aseo he hice todos los trámites correspondientes en el aeropuerto de Ranón, al llegar a la puerta de embarque mi vuelo se retrasaba media hora, avisé a la perrita del Amo que era mi cómplice, ella me esperaría en Madrid. Llegué a Barajas media hora más tarde de lo previsto, esperé mi equipaje, tomé el metro y luego el RENFE para dirigirme a Atocha lugar en el que vendrían a recogerme.
A las 19:00 estaba en la estación de tren con mi compañera de planes y maldades. Al llegar a su casa ella ya lo tenía todo listo, sólo faltaba acicalarnos un poquito. Ella se vistió con una preciosa capa negra unas sandalias de tacón impresionantes y un bonito conjunto de tanga negro y sujetador sin copa con una linda cadena que unía sus pezones. Yo por mi parte me retoqué con un poco de maquillaje revisé mi pelo y ensayé la postura en la que esperaría a nuestro querido Amo.
Una vez listas mi cómplice llamó al Amo para que viniera. Como costumbre que tienen le recibió a la puerta del salón. Ella le dijo que pasara a la sala con los ojos cerrados que tenía un regalo de cumpleaños muy especial. Yo esperaba impaciente postrada encima de la mesa, me temblaban las rodillas y el estómago me hacía mariposas. El Amo entró en la sala y posó sus manos sobre mi espalda, en ese momento casi me fallan mis inestables piernas. Su primera reacción con los ojos cerrados fue algo brusca, yo apenas podía contener la emoción deseada lanzarme a sus pies. Para calmarle un poquito y darle una ligera pista sobre quien estaba allí hice sonar ligeramente los cascabeles que Él mismo me regaló. Abrió los ojos y allí encontró a su linda gatita ofreciéndose como regalo de cumpleaños junto con su perrita como organizadora de dicho encuentro.
Nuestro Amo estaba feliz, algo que habíamos conseguido entre las dos y eso nos hacía felices a nosotras, era una sensación maravillosamente indescriptible. La euforia podía verse en el aire, empapaba toda la estancia, todo era perfecto.
Era la primera vez que yo compartía escena con otra mujer pero fue algo estupendo. La perrita de mi Amo es envidiable, verla disfrutar de esa forma sólo con la voz de nuestro Amo era algo impresionante y digno de contemplar, estaba preciosa.
Cuando nos dieron permiso para besarnos no pude evitar acabar mordiéndola por todo su cuerpo: su cuello, sus muñecas, sus pechos, su culo (lugar donde le dejé un lindo recuerdo) y sus preciosos tobillos. La lujuria y las ganas de adorarla por lo mucho que me había ayudado en hacer realidad mi ilusión de ser un regalo, hicieron que me postrara ante ella y lamiera esos precisos pies subidos en esos preciosos tacones, mientras ella se corría sobre mi espalda y mi Señor me poseía desde atrás. Ese fue para mi el mejor momento de toda esa noche especial.
Fue una velada maravillosa, me sentí feliz y contenta a los pies de mi Señor Maldoror en compañía de mi muy querida frine. Sé que habrán muchas otras sesiones de aquí a la eternidad tendremos tiempo de vivir muchísimas cosas juntos, pero esa noche del 25 al 26 de septiembre siempre será especial para mí, pues es la primera de todas las que vendrán después. Como la misma frine dijo esa noche esto es el principio de un para siempre.