Llego a casa y abro la puerta y el silencio me indica que mi Amo no esta.
Suele tener música cuando esta en casa, haciendo que el ambiente a mi regreso siempre sea cálido y relajante cuando vengo de mi obligado paseo.
Me descalzo en la puerta y voy hacia el cuarto.
Efectivamente no esta, pero encima de su mesa, observo un sobre grande con mi nombre de esclava en el.
El sobre esta abierto, y en su interior, solo hay un trozo de papel que dice:
"Baja al garaje.
Ve ataviada de kajira" Vuelvo a leer varias veces el mensaje, escueto pero firme, y noto la sensación familiar que me envuelve cuando algo especial va a pasar.
Me apresuro, y a la carrera, dejo mi ropa sobre la cama, y cubro mi cuerpo solo con el chatka y el curla que uso para estar a solas con el, en nuestro hogar.
El paso hacia el garaje es privado, por una puerta al final del pasillo.
Me paro ante ella un minuto y me repaso.
Llevo perfume, llevo mi atuendo, y llevo mi corazón en la garganta, que palpita y quiere salir.
No llevo collar, jamás me lo pongo yo. No corresponde a una kajira, poner o quitar un collar.
Abro la puerta con decisión y bajo los 7 escalones que me llevan hacia la parte baja de la casa, el garaje.
Mis ojos se acostumbran a la oscuridad, y observo velas dispuestas estratégicamente por la sala, para iluminar tenuemente la estancia.
Cuando mis pupilas están acostumbradas a la luz, no puedo evitar el gesto de taparme la boca con las manos, al observar la escena.
Mis ojos se llenan de lágrimas y tengo que reprimirme por no romper a llorar.
Mi Amo esta sentado dentro de un circulo trazado en el suelo, con algo que a mi, me parece pintura blanca o cal.
Detrás de el, esta un buen amigo nuestro, y justo a su derecha, arrodillada, su kajira.
Ella y yo somos hermanas desde el primer día que nos conocimos.
Esta ataviada también a la manera goreana y me mira con
la mas hermosa sonrisa que se puede ofrecer.
Yo estaba paralizada.
No sabia que hacer.
No sabia a quien mirar.
No sabia que pensar.
A una orden de su Amo, mi hermana se levanta de un brinco, y se apresura hasta mi lado, besándome en la frente al llegar.
Usa un cordón que lleva atado en su cintura, para atarme las manos a la espalda.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas, y ella las seca con sus dedos, que luego lleva a su boca, indicándome que me mantenga en silencio.
La sonrió, y la miro a través del velo de lágrimas de alegría.
Me deja de nuevo sola, para correr a los pies de su Amo, que acaricia su cabello cuando ella, se arrodilla y se abraza a sus piernas.
Mi Amo habla:
-"Un día, me pediste una ceremonia goreana.
Muchas cosas han pasado desde ese día.
Algunas habremos de olvidarlas para siempre.
Otras sin embargo, permanecerán con nosotros hasta el fin de nuestra vida.
Quiero que esta ceremonia permanezca hasta ese momento en ti.
Y es por ello que yo, te reclamo como tu Dueño y te pido que entres en el círculo trazado en el suelo.
Deja tu condición de mujer libre fuera de ese círculo y entra libremente como esclava.
Este círculo, es el círculo de mi espada.
Ella te protegerá, te servirá y será lo que te haga mi kajira.
Este círculo nos separara a ambos del resto de las personas y nos hará únicos y especiales el uno para el otro.
Este círculo será nuestro mundo privado, imperecedero mientras nos sigamos amando. Impoluto.
Fuera quedarán dudas, penas y desasosiegos.
Entra en este círculo y mi vida y la tuya, serán ya una."
Recuerdo que yo sollozaba mientras recorría los cuatro o cinco pasos que me separaban de la delgada línea blanca que me disponía a cruzar.
Mi Amo se levantó mientras yo caminaba hacia el, y mirándolo a los ojos, cruce hasta su lado.
Sus ojos, como los míos, nadaban en lágrimas.
En sus manos, un collar goreano, de metal, que ciño en mi cuello, y cerró detrás,
en mi nuca, con el sonido mas hermoso que jamás pude oír hasta ese momento.
El sonido de mi esclavitud.
El sonido de mi felicidad plena.
Cuando lo sentí cerrado en torno a mi cuello, me arrodillé ante el, y apoyé mi frente en sus botas.
No recuerdo bien, que dije en ese momento, supongo que eran palabras de amor y agradecimiento.
No lo se.
El volvió a alzarme, cogiéndome por los hombros, y dejó en mis labios un beso, el primero que recibía con un collar goreano rodeando mi cuello.
Fue un beso empapado en lágrimas de felicidad.
Luego, desató mis manos, dejando que lo abrazara, mientras que nuestros amigos, que habían actuado como testigos de la imposición del collar, se acercaban a mí.
Olvidamos que los mundos que creamos en nuestro interior, son reales mientras creamos en ellos.
Y a veces, son esos mundos interiores los que nos crean a nosotros…
Aquel que no sabe abrir los brazos para saborear una herida, no conoce la vida.
MI AMO DUEÑO Y SEÑOR,
liss, esclava kajira de AmoFUGAZ{FJ}