Nuestra entrada en el mundo de la Dominación y Sumisión fue por “naturaleza”. No éramos conscientes de donde estábamos entrando y mucho menos, sabíamos los tesoros que encontraríamos.
En aquella época, mi pareja no hacia toples en las playas, la fui convenciendo y conseguí mi objetivo, no era tanto el exhibirla (que también) sino tener el poder de ordenarle hacer algo y que ella cumpliera la orden (sabiendo de antemano que lo hace porque es mi deseo y no el suyo).
Poco más tarde conseguí que a ratos, se desnudara completamente, primero en zonas apartadas y luego a la vista de gente.
Esta primera etapa se cerró con dos juegos diferentes:
-1 En jornadas de playa, el toples ya era obligatorio. Al final del día, cuando ya nos vamos, toca quitarse la parte de abajo y ponerse braguitas, esto lo ha de hacer de pie, en el mismo lugar en el que hemos pasado el día, de manera que no solo se exhibe desnuda sino durante unos momentos, lo hace en ropa interior, lo que lo convierte en una exposición relativamente controlada de su intimidad.
-2 Cambiarse “a escondidas” a la salida de la playa: La llevo a un lugar aparentemente fuera del alcance de la vista de los transeúntes (obviamente me aseguro que se la pueda ver, pero no de manera descarada). Se ha de desnudar totalmente, empezando por las parte de abajo del biquini. De esta manera está más tiempo expuesta. Una vez completamente desnuda es cuando ha de sacar del bolso la ropa que va a ponerse, empezado siempre por el sujetador y la camiseta para terminar por donde empezó. …Sabe que si lo hace rápido, tendrá que repetir.
Es indescriptible lo que siento cuando le pido que haga cosas, me encanta su mirada cuando le doy la orden, o le comento el juego que quiero practicar con ella ese día.
Una cosa que no dejamos nunca de lado es el respeto mutuo que nos mantenemos.