Jadeaba y movía su cuerpo expectante. No sabía muy bien si lo próximo sería una caricia, beso, fustazo o los labios húmedos de aquella fémina en su entrepierna. El estar privada de la visión hacía que el resto de sus sentidos estuvieran MUY ALERTA. Ya prácticamente había acariciado el climax y deseaba disfrutarlo hasta el final, pero justo ahí, El hacía que parara. Esto convertía su estado en un ir y venir entre agonía y éxtasis. Dos minutos antes las embestidas de cuatro dedos en su vagina la habían llevado prácticamente al orgasmo de TODO su cuerpo. Su mente ROGABA por alcanzar el final, pero en el fondo sabía que no llegaría hasta que su Amo decidiera que era el momento. Ninguna voz, aunque sabía perfectamente detectar las presencias y los tactos. Imaginaba sin equivocarse la cara de su Dueño observándola lo que hacía que subiera a una velocidad de vértigo. Y DESEABA tocar aquel cuerpo femenino de piel suave y resbaladiza que otrora la había magreado a ella sin pudor. No tenía la certeza de poder hacerlo en algún momento. Si tenía muy claro cuando los dedos de su Amo estrujaban sus pezones recordándole que era El quien marcaba el ritmo y reconducía.
Siempre sabía lo que deseaba así que los papeles se invirtieron y sus ojos fueron destapados. Era el momento de disfrutar del cuerpo deseado al mismo tiempo que podía ver la cara de su Amo ordenándole. Aquí mezclaba la humillación de servir de aquel modo, con el placer de acariciar a la otra fémina. No perdió un segundo en incorporarse y alargar sus brazos para acariciar sus hombros, su espalda y el inicio de la abertura de sus nalgas. Después frente a ella tocó su pecho, casi no se atrevía. Tocar el pecho de una mujer ¡¡¡ella!!! (nunca lo imaginó posible), el tacto era suave, blandito era una sensación extraña, lo bueno era que sabía lo que provocaba con sus caricias. Tocar a una mujer y disfrutar haciéndolo significaba echar por tierra el tabú más antiguo y arraigado en su mente que podía recordar.
En ese momento no paraban de llegarle imágenes a la cabeza. Las dos frente a frente frotando sus cuerpos desnudos, la suavidad de la piel rozando una contra la otra, y SUS OJOS mirando, observándolo todo. Se preguntó cómo sería pasar sus pezones erguidos contra la espalda de la chica, qué sentiría. Y reconoció erotismo en la escena.
Más tarde la apartó de ella. Seguía sin haber podido descargar. La dejó en un rincón desde el que se podía ver todo. Ambos se alejaron y se pusieron a jugar. El Amo la tocaba sin saltarse un solo tramo de su cuerpo y la chica no reparaba en mostrar su placer como respuesta. De vez en cuando alzaba la mirada y comprobaba como permanecía en su rincón inmóvil observándoles. Y esas miradas hablaban: = “…QUIERO que veas como la toco, que aprendas a servirme como ella y que aprendas a estar callada cuando tienes que hacerlo…”
El deseo de acariciarse hasta alcanzar el orgasmo se apoderó de ella. Pero no se atrevió a pedir permiso en voz alta. Le daba vergüenza.
aysha
Con el único ánimo de que disfruteis.