Se me acaba de quedar la cara roja de vergüenza, como si un lejano familiar hubiese descubierto mi colección de zapatos . ¿Motivo? Pues que leyendo el último correo de "oculta" acabo de darme cuenta que el pasado 31 de octubre tuve un error imperdonable: confundí a "oculta" con "zarpetica" . ¡Claro! ¡Torpe de mí! ¡Ahora caigo! Me pongo las gafas , y observo que "Zarpetica" es la que aparece en posición flexionada, mientras que "oculta" es la que tiene una insolación glútea . La situación es especialmente embarazosa, porque es como cuando estás con tu novia, pongámosle por nombre Sandra, y en un momento dado le dices: "te quiero Laura". Naturalmente que Sandra pensaría que el subconsciente me ha traicionado, y que en lugar de estar pensando en ella, yo tenía fija mi mente en la "otra", en la "rival". Espero que tanto "oculta" como "zarpetica" perdonen mi ofensa, que en caso de ser de su propiedad merecería un merecidísimo correctivo. En fin, eso es lo que pasa por estar escribiendo sobre un tema, y al mismo tiempo no dejar de pensar en en si las botas de punta, de caña alta y tacón de aguja, en ante y color burdeos que este año tienen en MaryPaz, llegaban sólo hasta la talla 40, como inicialmente decía en el catálogo, o si, afortunadamente para mí, también las había en la talla 41, como felizmente pude comprobar ayer. Bueno, ya que la digresión me ha llevado desde el rojizo color de una parte de la anatomía de "oculta" a la misma tonalidad de unas botas, seguiremos hablando de este último tema. Yo andaba algo así como frustrado cuando hace un par de meses, navegando por internet en el catálogo de novedades de MaryPaz, me detuve ante unas botas de punta, que como ya he dicho en otra ocasión son mi perdición. Pero en aquel momento di un resoplido, algo así como un "pufff" con la cara larga , pues al fijarme en las tallas disponibles vi que sólo las había entre los números 35 y 40. Pero el sábado pasado, ya por la noche, estando en el centro comercial Meridiano, y cuando ya llevaba mis manos cargadas de cosas, pude observar que en la tienda MaryPaz de dicho lugar habían puesto en el expositor todas las existencias que les quedaban de dicho modelo de botas. Inmediatamente me llamó la atención que una de ellas era de un tamaño algo mayor que las demás. Tomé en mis manos tal obra de arte, le miré la suela, y, ¡sorpresa! ¡Un 41! Pero (palabra no apta para personas sensibles), la bota era de un color "arena", y no, no me gustaba, porque uno estaba encaprichado con la de color burdeos. He vuelto al catálogo de http://www.marypaz.com en internet, y ahora sí he visto que han corregido aquel craso error. Porque me voy a "colecciones", pincho en la casilla "Woman", y compruebo que, efectivamente, el modelo "Bota caña alta ante burdeos" lo tienen entre las tallas 35 y 41. Total, que ayer, y sin más tardanza, he visitado otra tienda de la misma cadena, y he ido directo a por ellas. En el mostrador estaba una chica con un dimininuto aunque inconfundible orificio bajo el labio inferior. Señal inequívoca, claro, de que en ciertas ocasiones inserta allí un piercing. Le he preguntado: "¿tendrás un 41 de éstas?" Ella ha ido al interior, y -momentos de incertidumbre- ha vuelto con una caja. ¡Bien! Respiro sabiendo que tenían lo que buscaba. La chica ha abierto dicha caja, pero no me ha dicho la frase que presumiblemente hubiese pronunciado en caso de ver en mí a un individuo de su mismo sexo, y que, claro está, debería haber sido algo así como un "¿te las pruebas?" No, en lugar de eso, lo que me ha dicho es si me apetecía también llevar un bolso que hacía juego con el color de las botas. Le he preguntado, ¿puedo verlo? Y ella gentilmente me ha acompañado al sector del local donde tienen expuestos los bolsos. En color burdeos los tenían de dos tipos: uno en plan informal, de ante, y el otro, como más "fino", para señoras con look al estilo de Margaret Thacher o Esperanza Aguirre. Yo, por supuesto, me he inclinado por el otro, el que tenía un aire más juvenil. Pero, ¡lástima¡ Se trata de un bolso que tiene las asas pequeñas, para ser llevado bajo el sobaco. Sí, ya sé que soy caprichoso, pero es que a mí me gustan los bolsos de tipo bandolera, con asa larga, que lo llevas colgado del hombro, y te cruza sobre el pecho, de manera que el bolso en sí mismo lo portas al otro lado del cuerpo. A dichas alturas la chica de MaryPaz me hablaba como si imaginase que yo estubiese buscándole un regalo a una hipotétia novia. En cambio, yo, y para mis adentros, no hacía sino pensar en ella, porque la encontraba muy atractiva, y, al mismo tiempo, gozaba hablando sobre aquello en torno a lo que giraba nuestra conversación. Porque lo cierto es que los dos estábamos centrados en un tema que nos unía; en algo que podíamos tener en común. ¡¡Cómo me hubiese gustado decirle, "es que a mí me gusta LLEVARLOS de tipo bandolera"!! Pero para evitar traumas emocionales innecesarios es preferible callar algunas veces, especialmente cuando existe un 99% de posibilidades de que la otra persona no reaccione como uno hubiese deseado. Luego, y ya con mis botas compradas, no podía dejar de pensar en la empleada de la tienda, así que cuando ya me iba, me paré ante otras botas de napa, color negro, y cuña interior. La cogí, y volví al mostrador, preguntándole a la misma chica: "¿Y de éstas tendrás del 41?" No, desafortunadamente no tenían del 41. "¿Y no podrías mirar en el ordenador en qué otra tienda las tendrán de la misma talla"? Ella buscó, pero lo único que quedaba era un 40... En fin, que no tenían de este otro modelo, pero por lo menos me había quedado con el efímero placer de conversar algunos segundos más con aquella chica divina. Si nos trasladásemos al mundo cotidiano, lo mío es comparable con lo que acontece un lunes cuando un señor tristón coge un taxi que lleva la radio puesta, y donde se oye a un comentarista deportivo. Están hablando sobre el partido de fútbol del día anterior, que acabó con la derrota del equipo local por un 0 a 1, y marcado de penalty. El taxista comenta con evidente enfado que no existió tal penalty, y que en realidad el árbitro estaba comprado. En ésta, aquel señor tan mustio encuentra la ocasión propicia para su particular terapia que le libera de la causa profunda de su abatimiento: la derrota del equipo local. Entonces, el pasajero grita sacando toda su rabia: "¡¡¡Claro que no fue penalty!!! ¡¡¡La culpa fue del árbitro, y también del maleta de entrenador que tenemos!!! De repente, aquellos dos individuos, que no se conocían de nada en la vida, han encontrado un motivo que los une y da sentido a su existencia. Sacar fuera lo que llevaban dentro ha conseguido que ya sean casi como hermanos, y si fuesen de similar orientación sexual, hasta podrían llegar a ser amantes. Pues algo así fue lo que me pasó con la chica que atiende en MaryPaz. Cuanto más hablábamos de algo que nos gustaba mutuamente más atracción sentía hacia ella. Los travestis somos así de aparentemente contradictorios. Cuanto más feminizamos nuestra vida, y cuanto más compartimos nuestra feminidad con ellas, más amamos a las mujeres .
P.S. ¡¡Por favor, "oculta", no me trates de "usted", que me da escalofríos , tutéame, chica!!