Muy interesante el artículo y muy claro a la hora de distinguir qué es verdadero BDSM de lo que no.
Creo que, en general, da con las claves para practicarlo. Tal vez le quedó definir un poco más que es el "sadomasoquismo" en sí, como otra práctica dentro de estas prácticas.
A este artículo, sólo me queda añadir que, desafortunadamente, la imagen estereotipada que queda de todo esto que compartimos es precisamente la de “dar leña” sin remisión, una visión que los medios audiovisuales no han hecho sino acentuar como forma de dar morbo a una audiencia ignorante del tema. Asimismo, en concreto, muchas Dóminas profesionales se han prestado a aparecer en la pequeña pantalla, desde mi punto de vista, que es criticable por supuesto, para exhibirse, tal vez, con la idea de darse notoriedad dentro de su oficio. Aún no he visto un reportaje en el que aparezca un Dominante durante todo un documental, por ejemplo, hablando de su experiencia, al menos en España. El problema aquí es el de mal asociar el supuesto “machismo” frente al supuesto “feminismo”, a la vez que no distinguir “maltrato” frente a unas prácticas consensuadas. A las pruebas me remito. En este programa, al que se hace referencia en el artículo, aparece una “ella” castigadora frente a un “él” castigado, mejor dicho, maltratado. Habría que pensar qué hubiera pasado si se hubiesen intercambiado los roles. Seguramente, de entrada, a la productora ni se le hubiese ocurrido por ser antifeminista. Volveré a insistir en lo mismo. Las cosas consensuadas y seguras, independientemente de quién domine o se someta, son muy bonitas, sin entrar en innecesarias discusiones sobre “hombres” y “mujeres”. Si todos disfrutamos, que no es precisamente lo que el programa ha dejado sentir, y no se hace daño a nadie, a vivir que son tres días.
Un saludo.
P.D.: Como creo que el artículo merece la pena conservarlo copiado en el foro por si el día de mañana es borrado de la página original, me he permitido el dejarlo en este post. Al pie de la foto, que adjunto abajo y que aparece en el artículo original, se leía "Sabrina se pasó los límites".
9 DE MAYO DE 2005 fuente: anodis.com
¿“Sadomasoquismo” en Big Brother?
Luego de la escena "sadomasoquista" que presentó Sabrina de BigBrother VIP presentamos un análisis para romper prejuicios y creencias sobre dichas prácticas sexuales.
Gabriela Granados
Como en los últimos días me tocó “dobletear” turno hasta las 5 de la mañana por una serie de documentales en los que estoy trabajando con mi productora Deep Cherry, no tuve la oportunidad de ver el “acto sadomasoquista” de Sabrina Sabrock en Big Brother... lo cual lamento, pues me faltarían elementos para juzgar correctamente lo que le sucedió a Rodrigo en esa ocasión, ni las reacciones de los demás inquilinos de la casa.
Sin embargo, como periodista, sexóloga certificada y también practicante de algunas disciplinas eróticas donde se juega con el poder y las sensaciones fuertes (al igual que de otras, completamente suaves y tiernas, e incluso espirituales), me siento obligada a hacer algunos comentarios sobre esto para compartirlos con las y los lectores de Anodis con la intención de combatir malos entendidos y prejuicios.
1. El “sadomasoquismo”, o mejor dicho “BDSM” es un juego.
El BDSM no tiene nada que ver con el abuso. Se trata simplemente de juegos eróticos con sensaciones y sentimientos más fuertes que lo ordinario (o “vainilla”), donde una de las partes acepta “someterse” a las òrdenes y pràcticas que decida la otra de las partes, quien debe actuar con responsabilidad al respecto y dentro de los límites que se acuerdan de antemano y libremente entre los participantes.
Si juegas a policías y ladrones, o a que te persigue un animal salvaje, o unos extraterrestres que quieren abducirte para hacer toda clase de pruebas con tu cuerpo, lo más probable es que expresiones como “¡no, por favor!” sean parte del juego, por eso cuando juegas debes acordar previamente una “palabra de seguridad” que realmente signifique “ya no más” (como cuando decìas “pido”en los juegos infantiles). “Rojo” o “piedad” son algunas de esas “palabras de seguridad”, pero cada pareja puede decidir sus propias claves.
Lamentablemente, debido a la falta de cultura al respecto, incluso entre practicantes no siempre se tiene clara conciencia de ello, lo cual propicia en ocasiones situaciones de abuso que de ningún modo deben ser interpretadas como parte del juego (personalmente me ha tocado asistir a alguna sumisa víctima de una relación abusiva, para recuperar su autoestima y su capacidad de marcar límites).
Aunque suene paradójico (y en última instancia lo sea): en los juegos BDSM en realidad el “sometido” tiene la última palabra respecto a cuàndo parar o què cosas no se valen.
2. El BDSM no es sólo “dolor”.
Hace poco más de dos décadas, practicantes de países occidentales codificaron estas disciplinas bajo las siglas BDSM que significan: Bondage y Disciplina, Dominación y Sumisión, y Sado Masoquismo. La intención fue exponer un amplio espectro que no siempre incluye el dolor físico (y nunca el dolor emocional real: eso es harina de otro costal, y se llama abuso y violencia).
El bondage es el arte de inmovilizar temporalmente a una persona y/o decorarla durante una sesión erótica por medio de cuerdas, esposas, cinta adhesiva y otras cosas. La “disciplina” es la aplicación de ciertas prácticas que se desarrollaron sobre todo en las escuelas de la época victoriana (hacer que la persona se hinque, o darle varazos, nalgadas, etc.). La Dominación y la sumisión se expresan muchas veces en juegos de rol donde una persona tiene mayor estatus que la otra (maestra-alumno, médico-paciente, amo-esclavo, etc.) y se basan, esencialmente, en el otorgamiento de confianza hacia quien ejerce el papel dominante (por eso hay que saber a quién se entrega uno). Y sólo en el masoquismo es donde sí se juega con lo que aprendimos a considerar como “dolor”.
Existe un dicho BDSM que dice: cómo una persona reaccione al bondage es una cosa, cómo reaccione a la dominación es otra, y cómo reaccione al dolor es otra muy diferente. No a todos los practicantes de BDSM les gusta todo de todo, y tampoco tienen por què.
Hay masoquistas a los que no les gusta la sumisión (la “entrega” o el “servicio”, para dejarlo más claro). Hay sumisos que no toleran el más mínimo dolor. Y hay personas que gozan de lo que la otra persona les hace cuando están atadas... y eso puede no ser sino una tremenda “tortura” de placer: masturbarle casi hasta el orgasmo y luego parar, volver a masturbarle y volver a parar, y así sucesivamente ¡hasta que la persona estalla en un orgasmo monumental!
El masoquismo requiere un artículo aparte, y sería mejor que lo escriba un masoquista (yo no lo soy), pero lo que les puedo adelantar es que lo que comúnmente se considera como “dolor” abarca toda una serie de sensaciones que incluyen, por ejemplo, ese ardorcito rico que se siente con una serie de nalgadas dadas por una mano diestra (pues requiere su técnica). Los masoquistas pueden llegar a estados de èxtasis por medio de la administración dosificada del dolor, pues en cierto punto el cuerpo empieza a generar altas cantidades de endorfinas. Y muchos sabemos que hay incluso disciplinas espirituales (lo mismo en la India que entre los pueblos prehispànicos) que usan el dolor precisamente para traspasarlo y llegar a estados de placer inenarrables (esto se conoce como “estar en el sub-espacio”).
3. El BDSM debe ser siempre consensuado.
Cuando se acordó aglutinar estas prácticas bajo las siglas BDSM también se llegó a un código de tres condiciones para que fuera lo que es. Se trata de que este juego cumpla tres características: sano, seguro y consensuado. O sea, de común acuerdo y libre completamente de presiones.
Aunque juegues “fuerte”, si el juego está dentro de los parámetros que se platican y se respeta el “pido” (o la palabra de seguridad), estás dentro de la norma. Si no, no.
La verdad, como no ví ese capítulo de Big Brother no puedo decir si lo que hizo Sabrina fue consensuado, pero me parece que pudieron pasarse los límites. Podría estar equivocada (y se lo preguntaré a Rodrigo en cuanto pueda), pero aunque él hubiera aceptado en un principio, no creo que hayan tenido la suficiente charla previa como para saber què le iba a hacer Sabrina, y aceptarlo de manera responsable (conociendo los riesgos que corría, pues el BDSM puede ser calificado como una actividad de “alto riesgo”, como los deportes extremos). He estado presente en espectáculos donde se apuntan sumisos espontàneos para que los torturen, y me consta que hay aunque sea un mínimo intercambio de propuestas y acuerdos, y cuando el espontàneo pide parar, la sesiòn se detiene.
4. Los practicantes de BDSM deben jugar de manera segura (y sana).
Hasta las pràcticas más comunes y aparentemente inofensivas del BDSM tienen su riesgo: una nalgada colocada en el lugar equivocado puede lastimar el coxis, por ejemplo. La cera en realidad no debe ser cera, sino parafina, porque la cera alcanza mayores temperaturas y puede generar quemaduras hasta de tercer grado (además, hay que saber a què distancia del cuerpo soltarla, para aprovechar el aire que recorre al caer para que alcance una temperatura inofensiva). No se deben azotar las articulaciones ni las partes del cuerpo donde el hueso està màs cerca de la piel. Las pinzas no se deben poner en la punta de los pezones, sino jalar la piel y aplicarlas màs abajo. Las ataduras no deben ponerse en sitios donde se corte la circulación, y además hay que estar verificando periódicamente si la piel no se pone morada o fría. No se debe poner a una persona mucho tiempo en una posición donde se le duerman los miembros. Y así.
Los dominantes responsables prueban primero todo lo que hacen a otros en sí mismos, y continuamente están checando con el sumiso cómo está, y si sigue estando dentro del juego o ya no (reitero: aun en espectáculos donde se apuntan sumisos espontáneos que no son paleros). Cuando el sometido està amordazado se le pide que asienta con la cabeza o con un doble apretoncito de manos para indicar que està bien y que está de acuerdo con que el juego continúe.
Ah, y algo que normalmente se pasa por alto: aun cuando los juegos estèn dentro de límite puede haber accidentes, de manera que los dominantes deben saber siempre què hacer: tener tijeras a la mano para cortar las ataduras si empieza a temblar, un extinguidor por si algo empieza a incendiarse; deben saber dónde están los servicios de emergencia más cercanos... y deben, teóricamente, tener conocimientos de resucitación cardiopulmonar (además de hablar con la persona, antes de someterla, para saber si no tiene alguna condición médica que pueda generar una situación de peligro).
Y ahora me dirán: ¿cómo que esto puede ser “sano”? Bueno, pues lo sano se define así: todo lo que pase no debe sobrepasar la capacidad de sanar por sí mismo (no es lo mismo una abrasión superficial de la piel que un hueso roto). El impacto físico o emocional de estos juegos no debe ser de tal magnitud que requiera ayuda profesional para sanar: si tienes que ir a ver al médico, o al psicólogo, entonces te has pasado.
Ah, y por supuesto, el sexo seguro es parte del juego (condones, guantes, etc.). Bueno, si la escena incluye sexo, porque no siempre (esta es una de las negociaciones preliminares más importantes).
5. En el BDSM siempre debe haber respeto.
Como dije arriba, los practicantes responsables de BDSM siempre respetan los límites establecidos durante las negociaciones previas a cada juego (las normas pueden variar de una sesión a otra), y siempre debe honrarse el “pido” de un sometido. Se debe respetar siempre lo sano, seguro y consensuado; de lo contrario, se trata de abuso. Incluso en los juegos de “esclavitud” debe existir un respeto: cuando alguien se ofrece a hacer todo lo que tù quieras, o a permitirte que le hagas lo que tù quieras, se està entregando a ti. Y esa entrega, ese servicio y esa confianza deben ser, ante todo y sobre todo, honradas con respeto.
Tengo un amigo que estuvo muy cerca de las finales del Big Brother anterior, y me contó mil cosas que algunos hacían con tal de quedarse, desde denigrantes hasta peligrosas, pasando por toda clase de exhibicionismos. Està claro que ese programa es un espectáculo que se basa en el morbo, y también me parece que la imaginería sadomasoquista es un elemento al alza en el show business. Pero no crean que los reality shows reflejan la realidad: las cosas no son como las pintan.
A ver si alguien lo localiza.