Se pueden decir muchas cosas con una caricia, con una bofetada, con un escupitajo, pero con un latigazo no. Un latigazo es certero, doloroso y te deja una sensación escozor en la piel, y lo único que obtendrás de un látigo es dolor y sumisión.
Tu, sumiso que temes mi furia y ansias mi indulgencia, mi látigo no titubea ni vacila ante tu desacato que golpea con fuerza en tus espaldas adoctrinando cada centímetro de tu sucio ser. Mientras yo disfruto como jadeas, como sufres y como cada latigazo deja cada uno de tus poros resentidos, y a carcajadas observo lo deprimente que eres como sumiso, que debo malgastar mi tiempo, mis fuerzas y mi fantásticas armas en enseñarte que no me mires a los ojos, que no hables cuando no debes, que no te quejes, y lo mas importante, que no me cuentes tu insignificante vida porque no me interesa.
Solo me interesa darte latigazos para que aprendas de una vez sucia cerda que de mis latigazos jamas saldrá ni un ápice de amor de ellos, que mis latigazos solo sirven para proporcionarte sufrimiento y sobre todo para recordarte que tu eres mi puta y que aquí mis latigazos valen mas que tu, misero saco de mierda.