Abuelita
con caracter |
Hoy me abre la puerta una mujer de unos
setenta años, menudita y con aspecto saludable.
Iniciamos el
papeleo y enseguida muestra su carácter abierto y espontaneo, un buen sentido
del humor y gran lucidez en sus juicios. Se muestra muy afable y pronto
empieza a hacerme preguntas de tipo personal que no tengo inconveniente en
responder, pues me parece una persona de lo mas agradable.
"Divina juventud", afirma,
"quien pudiese tener vuestra edad", dice con un poco de pesar.
"En cambio mi nieta...", continua diciendo "...esta mal gastando
su vida" Se oye abrir la puerta y alguien que entra.
"Hola", dice la joven de unos
veinte años con aspecto poco arreglado que ha entrado.
"Pasa Elena...te presento a
Enrique...es de la oficina del catastro" Nos saludamos con frialdad.
"Ves que chico tan majo...con su
carrera terminada...un buen empleo y es la mar de simpático", dice la
abuelita. "Siéntate aquí con nosotros".
"No tengo tiempo...me tengo que ir
enseguida".
"Claro...como siempre...a pendonear
con ese novio tuyo que no es ni novio ni es nada", dice la abuela con tono
crispado.
"No se que le habrás visto...si es
mas feo que picio...y es un taranbana de cuidado".
"¡A ti que te importa...salgo con el
y vale!", responde Elena enojada.
"No me importaría si al menos te
quisiera de verdad, pero lo único que hace es aprovecharse de ti...si, si se
aprovecha...pues estas enchochada por el", continua la abuela y la
temperatura va en aumento.
"¿que te crees, que solo el te sabrá
dar gustillo?, pues no!. Cualquiera con un poco corazón sabría darte lo que
necesitas". "Enrique mismo...", dirigiéndose hacia mi "te
podría aclarar las ideas un poco".
"¿Este?, que seguro que no ha echado
un buen polvo en su vida, vamos no me hagas reír", dice Elena.
Ante la alusión directa, intento
intervenir pero ellas continúan con su disputa.
"Mira lo que te digo...", dice
la abuela "si echas un polvo con él y no esta a la altura de ese novio
tuyo, no te vuelvo a decir nada mas ¿vale?"
"Eso lo dices para confundirme y
seguro que no lo cumples", dice Elena.
"Te doy mi palabra...pero debe ser
aquí y ahora, ¿de acuerdo?", remata la abuela.
"Trato hecho", confirma Elena.
Sin comerlo ni beberlo me encuentro en
medio de un berenjenal del que no se como salir.
Al unísono
ambas preguntan
"¿estas dispuesto?", a lo que
respondo asintiendo con la cabeza.
Elena se pierde por el pasillo, y la
abuela se acerca a mi, se coge de un brazo y dice pausadamente,
"Tu haz lo que puedas...se que no
debo obligarte, pero lo tengo que hacer por ella, es mi nieta y se esta
perdiendo".
Me encamino hasta el final del pasillo y
atravieso la puerta entreabierta por donde sale un poco de luz.
"Pasa y cierra la puerta", me
dice Elena con sequedad.
Ella esta metida en la cama con la sabana
hasta el cuello.
"Desnúdate y ven, pero...no te vayas
a creer que vas ha echar un polvo por la cara...de eso nada...antes he aceptado
para hacer callar a mi abuela que es una metomentodo".
Me desnudo y me meto en la cama a su lado.
"venga, ya puedes empezar... te haces
una paja y le dices a mi abuela que ya está".
"No es eso lo que le he
prometido", respondo ofendido.
"Pues tu veras,...conmigo no vas ha
hacer nada"
Decido poner a prueba su paciencia; me cojo la polla y empiezo un ligero masaje debajo de la sabana con mucha
lentitud y parsimonia.
"Anda, déjame a mi...sino no
terminaremos nunca", de un manotazo retira la sabana y mi mano.
Al verla, duda un instante, quizá es
mayor de lo que esperaba, a continuación pone la coge por la parte media y
empieza a subir y bajar el pellejo. La suelta, se escupe en la palma de la mano
y la friega contra el tronco. Vuelve a escupir en su mano y coloca su palma
sobre el capullo, lo frota describiendo círculos y lo presiona ligeramente
desde arriba hacia abajo.
A continuación, empieza una buena paja.
No cabe duda que tiene cierta experiencia y su mano se desplaza arrastrando el
pellejo arriba y abajo con buen ritmo. De vez en cuando para, me aprieta los
huevos o acaricia la punta. No es la primera paja que hace. Tras unos minutos,
mi polla esta totalmente hinchada y mostrando toda su envergadura, y Elena un
tanto frustrada me pregunta:
"¿Es que no te vas a correr o que?
¿no te lo hago bien?, nunca me había pasado algo así"
"Mi polla esta muy excitada...pero mi
cabeza no", le digo.
"¿Que quieres decir? No te
entiendo", dice ella mientas continua con su masaje.
"Necesito estimulación en el
cerebro...como por ejemplo ver un cuerpo bonito, oír la respiración
entrecortada mientras follo, oler a coño...muchas cosas consiguen
estimularme".
"¿Por que no nos masturbamos
juntos?", le propongo.
"No es mala idea...así yo también
me relajare también", acepta ella.
Comienza por acercarse la mano hasta la
entrepierna, apretando por encima del vello. Luego la desplaza mas abajo y hunde
sus dedos entre las piernas. Yo continuo con mi paja donde ella lo había
dejado. Pronto, Elena empieza a experimentar el resultado de sus masajes y su
respiración se acelera. Separa las piernas y su dedo medio se hunde y sale
vertiginosamente en su chocho.
"¿Me dejas que te mire?", le
pregunto.
"Haz lo que quieras", me
responde poner atención, solamente pendiente de su mano.
Me coloco a sus pies, mirando de cerca el espectáculo, mientras continuo con mi meneo. Elena se retuerce, mientras una mano no deja de frotar sobre su chocho totalmente abierto como una flor y la otro se apretuja un pecho. La paja que me estaba haciendo no estaba mal, pero la que se hace ella es de campeonato. Se le escapan
un fuertes suspiros, se retuerce sobre la
cintura, aprieta las piernas y las dobla por las rodillas recogiéndolas hacia
arriba. Por fin se ha corrido. A mi, contagiado por su excitación se me escapan
unas gotas de leche. Al poco, ella se incorpora un poco para verme y me dice
"¿No ha estado mal, eh?".
"Si tu lo dices", le respondo
con ironía
Deverano
Abuelita
con caracter (II) |
"Bueno, ya te puedes ir...y a ver
lo que le cuentas a mi abuela", dice Elena que esta recostada de espaldas a
mi.
Ahora, que esta mas tranquila y relajada,
creo que es mi oportunidad para cumplir con lo pactado.
A duras penas, me coloco la polla entre
las piernas para que ella no la sienta, y me sitúo pegado a su espalda,
con mis piernas siguiendo el contorno de las suyas. Con mi mano libre le
acaricio dulcemente sobre los hombros, el pelo, el cuello..su brazo.
"Me gustaría encontrar una mujer
como tú, que sepa lo que quiere, madura y haga el amor sin tapujos", le
digo al oído.
Esto parece agradarle y enseguida
contesta, "Eso es lo que yo le digo...que ya soy lo suficiente mujer para
hacer lo que quiera...ya no soy una niña"
"Si, yo también lo creo...pero también
debes distinguir entre echar un buen polvo ...o varios y los compromisos
duraderos", "entre caprichos y amor".
Mientras, mi mano acaricia su piel suave
por la espalda, por su costado, en la caderas y sin que parezca advertirlo un
poco por sus nalgas.
Con esta conversación y estas caricias
pasan los minutos y entre ambos se establece una buena sintonía. Elena, se
acurruca mas junto a mi como buscando calor. Sin querer abro las piernas para acércame
mas a ella y la polla que había estado escondida sale con ímpetu y se coloca
entre Elena y yo.
"Vaya, vaya...esto no me lo
esperaba", exclama Elena al notar el bulto caliente en su culo.
"No lo puedo evitar...ya te he dicho
antes que me atraes mucho", le digo en tono de disculpa.
"Bueno, pero que siga ahí", me
advierte. Pasan unos instantes, y le digo
"así no estoy cómodo, ¿me dejas que la ponga entre tus piernas?".
Sin decir nada, Elena levanta
un poco la pierna, dejando el hueco suficiente para que ponga la polla entre sus
piernas junto al chocho que todavía se nota tibio y húmedo.
Nos apretamos un poco mas y Elena se
acomoda para sentirla muy cerca.
Su mano se desplaza hacia su sexo y
encuentra mi capullo que sale por delante. Sus dedos se entretienen acariciando
esa parte tan caliente que tantos gustos me da.
Poco a poco
nuestros cuerpos se van moviendo acompasadamente, unas veces Elena y otras veces
yo, de forma que la polla se desliza levemente sobre los labios de su chocho.
Otras veces aprieto para que note la presión sobre los labios, y así casi sin
pretenderlo nuestra estimulación va en aumento.
Me retiro un poco hacia atrás, la polla
se libera de la cálida prisión donde estaba y al volver hacia delante dejo que
coja su inclinación normal y queda apuntando hacia el chocho húmedo que la
espera. Aprieto un poco, Elena gime, levanta un poco la pierna y vuelvo apretar.
Ahora si que el capullo entra sin dificultad.
"Uhmm, que sensación tan rica, así
es la primera vez que lo hago", me susurra.
"Pues ahora viene lo mejor", y
acto seguido mi polla se va metiendo de forma progresiva pero sin pausa.
Cuando prácticamente ya esta toda dentro,
me paro, retiro el cabello que tapa su cuello y empiezo a besarlo, lamerlo y
mordisquearlo. También en su oreja, y en los hombros.
"En el
cuello...así...así...mas, otra vez", me pide.
A continuación, con mucha
lentitud voy moviendo el culo hacia atrás y hacia delante, de forma que la
polla entra y sale lentamente pero rozando con intensidad las paredes de su
vagina. Noto como sus fluidos se escapan, bañan mi polla y se reparten entre
sus nalgas y mi pubis. A medida que el ritmo de mis movimientos se incrementa,
también aumenta el ruido que producen nuestros cuerpos al juntarse y separarse,
un chopo, chopo, chopo nos acompaña. De vez en cuando, sin regla fija, paro, la
acaricio un poco y luego continuo, empezando lentamente
y luego incrementando progresivamente el
ritmo.
Una de estas veces, Elena se ha cogido del
culo como queriendo hacer el agujero mas grande, ha apretado las piernas y me ha
pedido, "Sigue, sigue ahora, no pares... metela con fuerza...asiiiii".
Casi con violencia, ha estirado las
piernas y las ha recogido varias veces, hasta que finalmente ha quedado inmóvil,
dando resoplidos y con respiración entrecortada. Esto ha colmado mi excitación,
y he empezado ha correrme. Con sus bruscos movimientos, la polla se ha salido, y
la leche ha ido a parar a la raja de su culo y parte a la sabana.
Tras unos instantes, Elena vuelve la cara,
me mira y dice: "Ha estado bien... dile a mi abuela que pensare lo que voy
hacer".
Le doy un beso en los labios y le digo
susurrando "Si en algo te he podido ayudar...ha sido un verdadero
placer".
Tras vestirme, me despido de su abuela que
todavía espera en el comedor con un simple: "He hecho lo que he
podido"
Deverano