LA AZOTAINA:
UNA FANTASÍA FRECUENTE
¿Cuánta gente comparte tu fantasía? ¿Es una
perversión?
¿De dónde te viene esta atracción tan irresistible por los azotes?
Aquí encontrarás respuestas a algunas preguntas sobre el tema.
No estás solo
Dar o recibir un buen azote es una de las fantasías sexuales
más comunes. Millones de personas en el mundo la comparten, aunque muchos la
callan creyendo que se trata de algo anormal o vergonzoso.
Basta con un pequeño paseo por la red para darse cuenta de
que existen centenares de páginas web, la mayoría de ellas anglosajonas,
dedicadas a los azotes (en inglés: "spanking"). Esas páginas son
visitadas diariamente por centenares de miles de hombres y mujeres. De hecho,
gracias a internet, personas que creían ser las únicas en el mundo en fantasear
con azotes se han dado cuenta de que se equivocaban.
¿Cuánta gente tiene esa fantasía? Evidentemente, no existe
ninguna estadística fiable. Un presunto "sondeo" publicado en una
página web norteamericana afirma que alrededor del 15% de la población de los
Estados Unidos siente atracción por los azotes. Aunque la fiabilidad de aquel
sondeo es bastante dudosa, la cifra no parece exagerada.
Lo único que se puede afirmar con certeza es que los azotes
son una práctica sexual que gusta a muchísima gente. Es probable que todos los
días te cruces sin saberlo con personas con los mismos gustos que tú: quizá tu
jefe, tu asesor fiscal, tu repartidor de correos sueñe en secreto con volver a
ser un niño malo y ser disciplinado por su madre con los pantalones bajados.
Quizá a la ejecutiva con traje gris que ves correr por la acera enganchada a su
teléfono móvil le guste convertirse, en casa, en una colegiala traviesa;
vestirse de falda tableada y recibir de mano de su marido una enérgica serie de
azotes en el trasero. Al fin y al cabo, son fantasías totalmente inofensivas.
Pero la verdad es que todavía son pocas las personas que se
atreven a admitir que les gustan los azotes. Muchos hombres y mujeres
permanecen casados durante años sin hablar de su fantasía con su pareja, ya sea
por miedo a quedar en ridículo, o bien porque están convencidos de que se trata
de un peligroso e inconfesable trastorno psíquico.
Todavía se pueden leer libros o revistas que califican la
fantasía del azote de "parafilia", de "perversión" o de
"aberración sexual". De hecho, durante décadas se ha pensado que todo
lo que no era sexo "normal" era perversión. Esa teoría freudiana ya
no es admitida por los psicoanalistas modernos. Hoy en día, se estima que no
hay perversión en materia de placer erótico compartido entre adultos. O sea que
la mayoría de quienes practicamos la azotaina (o quienes soñamos con
practicarla) no somos perversos: no representamos ningún peligro para nadie.
Pero si tu fantasía consiste en querer pegar a un niño de verdad o hacer sufrir
a cualquier persona que no lo consienta, entonces ya sí que entras en el campo
de las perversiones (y esta web no está hecha para tí).
En la mayoría de los países occidentales, la
fantasía de la azotaina está dejando de ser un tabú. Revistas femeninas (entre
ellas Cosmopolitan) han publicado amplias crónicas sobre el tema. En Francia,
una cadena de televisión emitió a mediados de 2000 un reportaje sobre los
adeptos de las azotainas. En 1996, la destacada periodista norteamericana
Daphne Merkin, de la revista The New Yorker, obtuvo un enorme éxito de ventas
con un ensayo titulado "Spanking: A Romance" ("Azotaina: una
historia de amor") en el que confiesa y analiza su deseo de ser azotada.
Así lo explica: "el hecho es que no puedo recordar una
época en la que no haya pensado en ser azotada como un acto sexualmente
gratificante, en la que no haya tenido la fantasía de ser reducida a un simple
objeto de deseo por la mano firme de un hombre".
Después de narrar su primera experiencia de azotaina erótica,
poco antes de cumplir los treinta años, concluye: "había fantaseado sobre
este acontecimiento durante tanto tiempo que en el fondo de mi espíritu siempre
había persistido el miedo de que aquella gratificación resultase decepcionante.
No debería haberme preocupado: la realidad del azote, al menos inicialmente,
era tan buena como el sueño" (el libro completo se llama "Dreaming of
Hitler" y fue publicado por las ediciones Harcourt Brace & Co. No
existe traducción en español. Los que leen inglés pueden hacer el pedido en la
librería virtual Amazon
o, si viven en Europa, mejor en Amazon-Reino Unido).
Probablemente, la fantasía del azote es tan frecuente entre
los hombres como entre las mujeres. Sin embargo, pocos hombres admiten que les
gusta recibir azotes, como si el papel de "sumiso" atentase a su
virilidad. También muchas mujeres se muestran reacias a vivir su fantasía,
porque piensan que ser azotada es un acto degradante para la mujer. Ambos
comportamientos llevan a una conclusión: lo ideal es practicar la azotaina
erótica con una persona de confianza, con alguien que sepa escuchar y
comprender, para no decir con un ser amado.
Una gran variedad de emociones
misteriosas
Cada personalidad es un mundo y la fantasía del azote puede
tener una infinidad de puntos de origen.
Desde un punto de vista estrictamente físico, se considera
que los golpes en las nalgas estimulan la llamada "esfera anal", que
es una de las zonas erógenas más importantes del cuerpo humano. Algunos
psicoanalistas sostienen incluso que la azotaina es un sustituto de la
sodomización...
Además del placer físico concurren una gran variedad de
emociones más o menos misteriosas, como el placer de ser dominado, castigado,
etc. que suelen tomar raíz, como todos los comportamientos sexuales, en lo más
profundo de la infancia.
Es posible que a una persona le gusten los azotes porque le
excita recordar los castigos físicos que recibía cuando era niño o niña. Una
firme azotaina propinada en el trasero desnudo, tumbado con los pantalones
bajados o la falda levantada sobre los muslos del padre o de la madre (en
general la persona del sexo opuesto, aunque no tiene por qué ser así
necesariamente) puede ser una de las primeras estimulaciones eróticas que uno
recuerde, y tener un efecto importante en el desarrollo sexual.
¿Por qué? Pues porque los padres juegan un papel clave en el
desarrollo de la sexualidad de los niños, y porque en algunas educaciones
excesivamente rígidas o tradicionalistas, las palizas son la única ocasión en
la que el niño está en contacto físico con sus padres, o tiene la impresión de
que estos se interesan por él. Otros padres explican a sus hijos que les pegan
porque les aman. Este tipo de afirmación puede sembrar la confusión en la mente
del pequeño, que asimilará los golpes a una demostración de amor y adoptará
comportamientos masoquistas (algunos niños buscan el castigo físico). Pasada la
niñez, muchas de las personas que recibieron ese tipo de educación recordarán
los azotes como momentos de terror y de impotencia frente al mundo de los
adultos. Pero algunas de ellas reaccionarán de manera exactamente opuesta,
considerarán las azotainas como algo sexualmente agradable y querrán resucitar
esas antiguas sensaciones de castigo en el marco de un juego erótico.
Sin embargo, también son muchas las personas que jamás
recibieron el menor cachete durante su infancia, pero que tienen la fantasía de
ser castigadas mediante un buen azote. En estos casos el origen de la fantasía
es misterioso y casi imposible de determinar.
Puede ser que dicha persona haya asistido a una escena de
azotes siendo pequeña, sin recordarlo, y que aquellas imágenes queden grabadas
para siempre en su subconsciente. También es posible que esa persona haya
recibido un tipo de educación muy rígido y distante, con pocos contactos
físicos (caricias, juegos, etc.) con los padres pero también sin castigos
corporales, y que inconscientemente haya deseado ser pegada para atraer la
atención. Todo son especulaciones, ya que ni los propios psicólogos entienden
el mecanismo por el cual surgen las fantasías sexuales.
Hemos hablado del placer de recibir azotes. ¿Y
qué pasa con los que los propinan? En la mayoría de los casos, la gente que
disfruta azotando no hace más que transponer en otra persona sus propias
fantasías de recibir azotes: le gusta pegar porque le gustaría que le peguen a
él.
Pero incluso una persona totalmente ajena a la fantasía del
azote puede disfrutar muchísimo propinando un azote a su pareja, si a ésta le
excita la sensación ser pegada. El espectáculo de una persona medio desnuda
torciéndose de placer sobre tus rodillas mientras le aplicas un firme castigo
con la mano sobre el trasero suele resultar altamente erótico incluso para
quien no comparte ese tipo de fantasía. Siempre resulta agradable proporcionar
placer sexual a alguien, sea cual sea el método empleado para ello. De hecho,
para muchas parejas adeptas al "spanking", hacer el amor es la
prolongación lógica de una buena sesión de azotes.
Incluso se puede considerar que la azotaina en sí misma es
una manera de hacer el amor. Como en una relación sexual "convencional",
los preliminares y la indumentaria tienen tanta importancia como el acto final.
Y la verdad es que existen tantas maneras de dar unos azotes como maneras de
hacer el amor. En condiciones perfectas y si el azotador o azotadora tiene un
mínimo de experiencia, hasta es posible tener un orgasmo en el transcurso del
azote.
Una azotaina es un "proceso" en el
que cada etapa tiene su importancia
Una buena azotaina no son sólo golpes. ¿O acaso puedes
imaginar una penetración sexual que no esté precedida de un mínimo de caricias
y de estimulaciones? Una azotaina erótica exitosa obedece a un ritual, que
puede arrancar de una infinidad de maneras según las fantasías de cada uno y
concluir también de muy distintas formas. A algunos les gusta imaginar guiones,
en los que juegan el papel del profesor severo y de la alumna desobediente, de
la madre autoritaria y del niño malo, del jefe abusivo y de la secretaria, etc.
En estas "comedias eróticas", la indumentaria (falditas de colegiala,
pantalones cortos, ligueros y ropa interior sugestiva, etc.) suele aumentar el
placer del juego y de su conclusión final. A otros les excita intercambiar
azotes en el transcurso de una "pelea" erótica, desnudos en la cama.
Otros prefieren escenificar castigos imprevistos ("¿Has roto un vaso?
¡Pues ya sabes lo que te espera después de la cena!").
Cada etapa tiene su importancia. La sesión empieza con el
anuncio del azote (incluso se puede anunciar días antes para incrementar el
deseo: "te iré a recoger al aeropuerto, y en cuanto estemos solos en casa
te daré un buen azote"). Sigue con la bajada de pantalones y de la ropa
interior (a unos les gusta que la bajada se haga
de manera lenta y progresiva, mientras otros
prefieren que se les arranque literalmente los calzoncillos o las bragas antes
de empezar a pegar). Acaba con el castigo en sí mismo, que puede aplicarse con
violencia o con dulzura, con la mano o con todo tipo de instrumentos. En esta
categoría, casi todo es válido (aunque cuidado con las cañas de bambú, que
dejan peligrosas heridas si no se saben usar): látigos, varas y palmetas;
cinturones de cuero, ramos de junco, cepillos y hasta zapatillas. La elección
del instrumento depende del grado de sufrimiento al que esté dispuesta a
consentir la "víctima": mientras unos sólo soportan una leve cantidad
de dolor, a otros les gusta sentir el escozor producido por la azotaina durante
horas, e incluso días.
Una regla de oro: jamás hay que dar un azote a su pareja
cuando se está realmente enfadado con ella, en el transcurso de una riña. La
azotaina perdería entonces su condición de juego sexual, lo que acarrearía
gravísimas consecuencias. En cambio, un buen azote puede ser una manera idónea
para restablecer definitivamente los puentes después de la reconciliación.
Para concluir esta larga explicación sobre el universo de los
azotes, insistiré en algo esencial: la azotaina debería ser practicada con una
persona de total confianza. Intentar vivir tu fantasía con alguien que no
conoce y no respeta lo que eres y lo que sientes a menudo tendrá consecuencias
desagradables, o por lo menos decepcionantes. Pero si vives una relación
afectuosa y equilibrada con alguien, no deberías dudar en hablar con él o con
ella de tu fantasía.
Espero que esta página sea de tu agrado, y te deseo mucho placer explorando el
delicioso mundo de las azotainas. Y no dudes en contribuir al desarrollo de
esta web enviando tus comentarios y contando tus experiencias y tus fantasías o
participando de cualquier otro modo.